JULIO CESAR
JULIO CESAR
No cocina, no tejidos.
ACTO UNO
Los hombres en la cocina huelen a mierda de gallina y con más veras los ojos verdes cortan la leche, los alimentos, era el decir de la matrona. Para moler, traer la leña, partir la panelista, envolver dulces, atender la tienda, moler el maíz, hacer los mandados, regar las matas y otros pequeños quehaceres, ahí si no tenía problemas los ojos saltones, esas pequeñas labores me correspondían y sin chistar palabras cuando las delegaban. Mi mama Transito, cocinera no chef, costurera, tejedora, sembradora, procesaba el maíz, con este grano elaboraba arepas, cuchucos, envueltos, masato y la famosa bebida de la chicha, pero además muy creyente católica. Mis hermanas aprendieron muchas de estas actividades como los tejidos, la cocina y sus creencias católicas, son fervorosas de la virgen del Perpetuo Socorro al igual que mamá. Hombres no cocina, no tejidos.
Ernesto mi Papa, Arriero, transportador, agricultor, ganadero todo en pequeña escala. Aprendí a manejar el Willis 52, abrir chambas en la tierra, ordeñar las vaquitas, recoger el maíz, las frutas de pera, manzana, ciruela y algo de agricultura.
Pero mi Mamá y de mi Papa, cero que lo más importante fue la transmisión de valores, no se denominaban así, se relacionaban con los mandamientos de la ley de Dios, ellos sin que, sin tantas palabras o sermones, en el silencio o con la mirada, pero en especial con las obras, con los hechos fuimos conviviendo con el valor de la palabra, de la honradez, del respeto, del agradecimiento con la tierrita por su producción de alimentos y a veces decían cuando la cosecha no era la esperaba porque el tiempo no ayudaba por falta de agua y con fe, con optimismo volvían a sembrar porque la próxima si será la cosecha y tendremos un buen tiempo “Mi Diosito y la Virgen” nos mandaran la lluvia, el agua para los siembros.
Principios, valores que años más tarde los trataría de incorporar a mi vivir, no como parte de los mandamientos sino como una forma de vida y de comportamiento social. Aunque hay momentos en el dudo de esos principios, converso con mi yo, y me digo que ese no era el camino, pues dicen que el país es de “los vivos”, del traidor, esos instantes en que tambaleo me acuerdo de los viejos y trato de mantenerme con esas enseñanzas, vuelvo y digo no como preceptos religiosos sino como una ética humana de comportamiento.
hoy, después de trajinar por senderos, aun con tantos equívocos en mi existir, he desarrollado también en cierta forma el sentimiento del agradecimiento. Con la naturaleza, con mis padres, mis hermanas, sobrinas y familia pues estoy vivo con mis demonios.
ACTO DOS
¿Y COMO EL COGER LAS TETAS?
Cuando joven mi padre me llevo al potrero a coger las tetas de la vaca o sea el ordeñar, lo primero que me dio fue una mogolla, un bocadillo y al bolsillo. Pues una totuma de leche recién ordeñada con el avió decía que era una ricura. Así fue, era y es una ¡ sabrosssura!
En el potrero se fue aprendiendo a conducir la vaca a un lugar previamente escogido para realizar esta actividad, con un laso se maneaba la vaca y si la vaca movía mucho la cola se le amarraba, luego se lavaba la ubre con agua que se llevaba en un balde y posteriormente se soltaba el ternero para que mamara y la vaca soltara la leche, esos decían, con la mano se iba turnando la jeta del ternero para que chupara los cuatro pezones. Apartábamos el ternero y lo amarrábamos al frente de la vaca para que esta lo viera, se calmara y se dejara ordeñar sin problemas.
El primer contacto de la mano con los pezones tenía que ser con delicadeza para que la vaca no escondiera la leche, previamente situábamos un balde en el piso debajo de la ubre. Al iniciarnos en la la actividad del ordeño, inicialmente solo sacábamos unas gotas de leche y deslizábamos las manos en cada pezón, pero con la práctica se aprendía a abrir y cerrar la mano con un suave deslizamiento de arriba hacia abajo en cada pezón y de esa forma sacar la leche en chorritos. En esa época era todo un orgullo el saber ordeñar.
Nunca rendimos la leche con agua pues eso es un adulterio, un engaño, un robo, pero si aprendimos que el agua era importante para la producción de la leche, el agua para que crecieran los pastos, el agua para lavar la vaca, el agua para que bebieran los animales y dieran la lechecita. Ordeñando encontré Valores y aprecié el encuentro con el agua.
No es mi confesión sacramental en las que se cuentan los pecados para obtener una absolución, es más bien una forma de decir unas acciones o hechos que son de mi conocimiento y de agradecer a mis padres por ese desgaste que tuvieron en involucrarme en su vivir, en su actuar, de ver la vida. Ellos fueron el agua de mi existir, luego entendí que el agua es el sostén de la vida y que se tiene que apreciar, respetar y defender. El agua es simple pero también muy compleja.
CONFIESO QUE EN MEDIO DE MI ANARQUISMO NIEGO QUE SOY ANARQUISTA
CONFESION